ESCAPAR DE LA MUERTE EN EL TRÓPICO
Para la mayoría de la población mundial que no tuvo la fortuna de
nacer en un país rico, la lucha contra las enfermedades infecciosas
difícilmente había comenzado en 1945. Los incrementos más rápidos
en la esperanza de vida sucedieron muy poco después de la Segunda Guerra
Mundial gracias a la introducción de la penicilina, entre otros
remedios, siendo Unicef la encargada de vacunar a miles de niños
europeos contra la tuberculosis, entre otros muchos proyectos
beneficiosos llevados a cabo.
Más allá de los avances médicos y en salud pública, también
influyeron decisivamente la mejora de la educación, que fue muy notable en el aumento de las oportunidades de las mujeres, y el crecimiento de los ingresos en la mejora de la
salud de los países de bajos ingresos hoy día. La nuevas formas de
hacer las cosas, el llamado control de vector, las nuevas medicinas y
las immunizaciones fueron claves.
En la actualidad, donde más queda por hacer es en África y , en
menor medida, Asia del Sur.
Por otro lado, pese a los grandes retrocesos del VIH/Sida y de la gran hambruna china, las probabilidades de vida son mejores en la mayor parte del mundo que hace medio siglo.
¿Cómo es la situación actual y qué falta por hacer?
Si analizamos la situación en los países pobres los niños mueren por enfermedades que en el pasado mataban a los niños en los países ricos de ahora. Esto indica que el conocimiento, disponible de manera
gratuita y efectiva en los países ricos, no ha llegado aún a los
pobres para salvar millones de vidas.
¿Por qué sucede esto? ¿Qué
y quién debe intervenir?
Tomando como ejemplo a China y a la India vemos que han evolucionado
notablemente, debido a que pasaron a centrarse en el crecimiento
económico, dejando algo más de lado la salud pública y la
seguridad social. Esta carrera frenética por aumentar los ingresos
se tradujo a largo plazo en una notable mejora de la calidad de vida
y en un descenso de la población pobre.
Nokuthula Hung, 27, Sudáfrica, sufre HIV. Puede amamantar a su hijo gracias al tratamiento antirretroviral de UNICEF . © UNICEF/PFPG2014P-0415/Schermbrucker |
Hay que tener en cuenta que muchas de las causas de mortalidad
infantil que hay no se han erradicado en algunos países como es el
caso de la tuberculosis, la malaria, la diarrea y las infecciones
respiratorias se deben sobre todo al ambiente. Otras causas, como la
pésima alimentación tras la lactancia, o el desarrollo del embarazo directamente del sistema de salud médico-paciente, en el
cual estos países invierten muy poco, una media de 100$.
El porqué no
se invierte más en salud tiene su respuesta en los regímenes
dictatoriales y militares que dominan estos países, donde lo único
que buscan sus gobernantes es su propio beneficio. Otra respuesta
está en que la preocupación de sus ciudadanos deja en un segundo
plano a la salud, centrándose más en la reducción de la pobreza y
el aumento del empleo. Esto se debe a que piensan que su sistema
actual es válido, pese a las precariedades que presenta.
Sorprendentemente en los países ricos piensan lo contrario, que
necesitan mejorar. La situación sin duda es contradictoria y se debe
a la falta de conocimiento de los primeros.
Vacunación contra la meningitis en Tchadoua, Niger. (Foto: Issouf Sanogo | AFP) |
Es más, en ciertos países las los trabajadores de la salud se ausentan por culpa de sus pésimos salarios y de la conformidad de los ciudadanos, que no suelen protestar a excepción de algunos sitios.
En el sector privado por su parte produce satisfacción en el cliente
a corto plazo ya que le receta aquello que este último cree
necesitar, aunque no sepa con certeza qué es lo que necesita puesto
que la formación de estos médicos no es la adecuada en absoluto.
Para solucionar estas deficiencias en ambos planos es necesario un
gobierno con una estructura administrativa efectiva, núcleos
burócratas educados, un sistema estadístico y un marco legal bien
definido y aplicado para así dar una solución de manera adecuada.
Comentarios
Publicar un comentario